El kamishibai de el libro fantasma de El libro uruguayo de los muertos de Mario Bellatín
- Rafael Alfonso (Texto y fotos)
- 7 mar 2017
- 2 Min. de lectura
El kamishibai es una técnica japonesa de narración oral que se apoya en un dispositivo llamado butai, un soporte de tres puertas que al abrirse deja ver en su interior una serie de láminas que ilustran el relato de un narrador, que es a su vez el encargado de cambiarlas, un verdadero teatro de papel. El kamishibai de esta puesta en escena está montado sobre una bicicleta, ya que es un accidente de bicicleta el detonador de la obra, como se cuenta en el video que vemos al inicio y al final de esta obra. Para permitir la visualización de las láminas de este kamishibai por el público del teatro Juárez, la producción diseñó un pase de diapositivas que al mismo tiempo forma parte de la escenografía.
Lo narrado por este kamishibai en particular, forma parte de El libro uruguayo de los muertos de Mario Bellatín. Se elige para ello una serie de pasajes eminentemente dramáticos ya que conllevan una carga de conflicto, como las descripciones deliberadamente afeadas (no sólo del físico, sino también de la calidad moral) de los personajes del entorno familiar del autor. Las narradoras de esta puesta en escena llevan al público a través de las láminas asumiéndose como el alter ego del autor. Ambas actrices (Lucina Rojas y Liliana Alberto, en sus respectivos turnos) cuentan con las herramientas suficientes para entregar un tránsito escénico sin tropiezos. Ciertamente asistimos a dos obras diferentes en función de que una y otra han propuesto cosas distintas para esta puesta en escena. También se cuenta con un diseño sonoro particularmente notable a cargo de Sonia Gregorio.
Cómo se describe en la misma obra un libro fantasma es una versión paralela al original, carece de tapas y va solamente engrapado, en la primera página se encuentran los datos de la obra y su objetivo es alcanzar la mayor difusión posible, “una editorial verdaderamente democrática”. Saúl López Velarde, director de esta puesta en escena parece sugerir que la adaptación teatral juega las veces de libro fantasma para un texto.
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