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Entrevista a Iker Vicente

  • Rafael Alfonso
  • 17 abr 2016
  • 7 Min. de lectura

Iker Vicente ha trabajado los títeres en diferentes técnicas, hoy por hoy es una de las figuras más reconocidas de éste arte en México. Su formación primera es como artista plástico y ha realizado varios proyectos así como colaboraciones como creador y manipulador de títeres con varios artistas escénicos. Ha hecho también instalaciones móviles y actualmente trabaja en su propia compañía. Ésta entrevista fue realizada en el marco del Seminario de Teatro Oaxaqueño, que cuenta con la participación de artistas escénicos de amplia trayectoria nacional.


Dada tu formación como artista plástico, quisiera preguntarte ¿En dónde reside la belleza de un títere?

La belleza la encuentro cuando el títere es una composición con contrastes interesantes. Calder decía que una composición no la hacían ni el equilibrio ni la simetría, sino justo el punto donde el objeto está a punto de desequilibrarse, justo en el punto de contraste máximo, un contraste tan fuerte que puede echar a perder la obra o puede hacerla singular. Por un lado busco que haya contrastes y transiciones interesantes entre una parte del títere y otra, y que esa construcción, al empezarla a mover, de pronto tenga capacidad de imitar algo vivo, no en su totalidad pero sí en ciertos gestos, dos o tres que sean muy precisos o muy sorprendentes.



¿Cómo describirías el panorama mundial del trabajo con títeres?

No creo tener un panorama muy claro, tengo ciertas referencias que me gustan y con las que me he topado por casualidad o por referencia de amigos o por andar investigando, aunque no soy un investigador, pero lo que veo es que sí hay una tendencia a mezclar lenguajes y a utilizar el títere en distintos contextos en distintos tipos de montaje. Hay también un acento en hacer evidentes los mecanismos, o las cosas que hacen que el títere se mueva. Y yo creo que en el títere es evidente el contraste con las imágenes de otros medios como el cine, y las computadores que buscan el camino hacia la ilusión perfecta o pseudoperfecta, un engaño completo, en cambio el títere nunca te acaba de engañar totalmente, sino que ese punto donde le ves las tripas, le ves el cierre o la costura le da un poder muy importante. Yo creo que es una cosa muy fuerte, el títere es uno de los elementos superteatrales, elementales, es parte del teatro, no puede haber títeres en la tele. El ver un títere en el teatro es básico.


¿Cuáles son los elementos o condiciones que tomas en cuenta para participar en un proyecto?

Cuando no es proyecto de nuestra compañía, pues que sienta afinidad con el director o con la obra. Usualmente suelen llamarme con la referencia a trabajos anteriores, a veces matcha, a veces no tanto. A veces se imaginan otra cosa y a la hora de trabajar resulta que hay desencuentros. Donde yo trabajo más a gusto es donde no tengo que definir todo en un boceto, sino que me dan confianza para trabajar y donde puedo estarle variando sobre el material, no definiéndolo en el papel. Me cuesta mucho definir en el papel totalmente. Yo trabajo mucho a partir de lo que sucede con los materiales en movimiento.


¿Qué elementos se deben tomar en cuenta al momento de evaluar o criticar un trabajo con títeres?

El del títere es un ambiente en el que entran un montón de lenguajes a jugar. Cuantas más referencias de las demás disciplinas tengas me parece que está mejor porque hay elementos visuales, de juegos con el espacio de juegos con el movimiento. Por principio ayudaría mucho tener referencias tanto de artes plásticas como de teatro, de danza de mecánica y después de eso, los mismos criterios de una obra de teatro normal. También hay que considerar cómo es la relación entre el títere y el manipulador, cómo está trabajada, qué nivel, qué juegos hay ahí. Es importante también cómo actúa el títere, si proyecta una técnica correcta para comunicar, las expresiones, las actitudes que necesita el público o por sus compañeros. Podría ser interesante la capacidad para sugerir y provocar cosas que no existen, qué tanto habla el material, la relación que hay entre la propia construcción con el personaje al que representa, el grado de representación. Hay que tener en cuenta que puede ser algo muy sintético o algo muy realista o muy elaborado, el grado de ilusión que está buscando, o cómo manejan los rompimientos que existen con los títeres y que referencias a las técnicas tradicionales aparecen, si hay una, cuál es la lógica de esta técnica.


¿Existe una dramaturgia específica para títeres?

La verdad no lo sé. Seguramente sí pero no soy la persona que pueda decirlo. Lo que me gusta es que la dramaturgia se construya al mismo tiempo o es una estructura que está dispuesta a ser modificada radicalmente a la hora de enfrentarse a los monos, en realidad así hemos trabajado un poco, no me ha tocado la parte dramatúrgica pero puede suceder que los textos sean muy complejos, entonces el títere tiene muy acotados sus papeles y entonces no aparecen cosas que el títere puede hacer y que no sabías hasta que lo empiezas a mover y entonces esta bueno que haya una flexibilidad este sentido, que el títere tenga marcadas ciertas pautas pero que se pueda reescribir a la hora de que trabajas con el material, con los monos, un poco como en las otras expresiones teatrales como el clown o en cosas más de improvisación donde tienes que integrar las improvisaciones.


¿Cómo has llegado a la propuesta didáctica que manejas?

La he ido construyendo, no me he preparado formalmente en pedagogía. Los primeros talleres que di fueron a niños, de todo, de dibujo a animación rústica y flipbooks y de cosas así y de distintas cosas. Ya con lo de los títeres he trabajado con adultos y con distintos formatos. Lo que reconozco es que me vi obligado a sintetizar un poquito lo que hacía para poderlo explicar, transmitir y para que fuese enriquecedor para alguien. ¿Cómo haces para que tu trabajo particular pueda servir para que provoque a los demás trabajos personales? Seguramente habrá influencia, obviamente, pero al mismo tiempo es importante que abras puertas clave, como para saber por dónde los participantes pueden investigar otras maneras de conectar ciertas cosas que a lo mejor se sentía que no estaban conectadas. Eso puede provocar mi intención pero se ha ido probando a través de los talleres y siempre voy probando distintas cosas. A veces una cosa funciona más que otra, sí, le pruebo constantemente, y depende mucho de los participantes, los resultados pueden variar mucho a partir de los intereses. En este taller todos son de teatro, pero hay veces en que son muy mezclados, con diseñadores, escenógrafos o alguien que le gusta la mecánica, o hay un titiritero que ya tiene cierto trabajo y otro que es apenas un aficionado, esa mezcla también da buenas cosas.


Una de las cosas que más me llamó la atención de los trabajos que nos mostraste, es lo que se puede logar con la manipulación en equipo de un solo títere.

He hecho muchos que sí, son así y he visto muchos que me gustan. Una obra que me llamó mucho la atención fue una obra de Philippe Genty, un titiritero francés, que hacía un montón de cosas supermágicas en el escenario, y había uno en donde movían una muñeca entre tres o entre cuatro y sí es muy bonito, como una coreografían entre todos, como que todos giran alrededor de ella. Y no sólo eso, sino que puedes pasar de manipular a relacionarte con la muñeca; pero además, la sola imagen de mucha gente moviendo una sola cosa es interesante. A veces conviene, a veces no. A veces te piden que sólo lo mueva una o máximo dos personas, si no tiene que haber un elenco muy grande… pero casi siempre entre más manos tienes puedes decir o hacer más cosas, sin embargo tiene que haber una coordinación fuerte entre todos entonces es como un toma y daca, se vuelve como una máquina con muchas manos pero tiene que haber una coordinación. Habiendo coordinación se pueden hacer muchísimas cosas.


En diferentes medios e instancias culturales yo encuentro que se soslaya el títere y se le confina como un divertimento “para niños”, restándole así valor y mérito artístico.

Eso es verdad, y además cuando dicen “es que es para niños” es como si fuera algo peor como para que saques cualquier cosa, pero además el teatro para niños también de pasada es denigrado, pareciera que es una tontería. En principio no sé que tanto… o sea sí entiendo que hay como una sensibilidad distinta en el chamaco y así, pero hay muchas veces que no. Muchos de mis trabajos los hago, no pensando que voy a hacerlos para niños de 6 años, sino porque me gusta simplemente. Los niños luego son muy subestimados, no estoy de acuerdo que el títere sea un "arte menor" lo que está interesante de que juegue a ser "arte menor” es que conserva muchas manifestaciones de lo popular, entonces es más cercano al público y puede suceder, como la historia del jazz, que de repente se puede volver algo importante, como tiene tantas posibilidades también tiene la posibilidad de volverse muy complejo e incluso medio críptico. Como que la gente juega con esa sensación primitiva de animar, de hacer cobrar vida a algo que no la tiene o sea de crear una ilusión, eso siempre atrapa. Lo que yo he trabajado ha sido muy variado pero la mayoría de mis trabajos tiene una intención de darle más valor al títere.


En la gran variedad de títeres hay dos que muchas veces perdemos de vista del catálogo y aún tengo dudas sobre si se pueden considerar o no títeres. Son el muñeco de ventrílocuo y el oaxaqueñísimo mono de calenda. En efecto ¿se pueden considerar títeres o existe alguna restricción al respecto?

Yo creo que sí. Yo prefiero más que sacar y quitar, sumar más gente al club, prefiero tender puentes hacia diversas manifestaciones antes que decir: “hasta aquí llega el mundo de los títeres”. Por supuesto que son, por supuesto. Me gusta incluso preguntarme cuándo un juguete cualquiera pasa a ser títere y cuando no, cuándo un autómata o una máquina puede ser títere o una instalación animada. Esos puntos intermedios me parecen muy interesantes no descartaría a ninguno.


 
 
 

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