Cambio de Piel, Itandehui Méndez y el final de Teatro Blanco
- Joel Bulnes
- 9 nov 2014
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Joel Bulnes
Fotografía de Víctor Morales G.
Cuando conocí a Itandehui Méndez, ambos participábamos en el grupo de teatro de la Universidad Mesoamericana. Por ese entonces casi todos éramos miembros intermitentes que hacíamos apariciones fugaces en las puestas en escena del grupo. Aparecíamos en una obra y luego desaparecíamos para las siguientes dos o tres, y así sucesivamente, de modo que no siempre éramos los mismos. Recuerdo ver a Itandehui, por ejemplo, haciendo el papel de Liz en la inefable "Fando y Liz" de Fernando Arrabal, al lado de Maiko Morales.
Más tarde la recuerdo interpretando uno de los numerosos papeles de "Sitiados", una puesta en escena del grupo Crisol basada en la novela "El sitio" de Ignacio Soleares, en la Casa de los Teatros. Este proyecto, hay que agregar, era completamente profesional, es decir, había sueldos de por medio, y el reparto estaba integrado por varias de las estrellas locales del momento.
Es posible que el único montaje en el que coincidimos haya sido "Los figurantes", una accidentada puesta en escena que realizamos con el grupo de teatro de la universidad y donde me parece que Itandehui hacía un papel masculino en el que desplegaba toda la potencia de su voz. Por cierto, con esa puesta en escena nuestro grupo de teatro universitario alcanzó,—objetivamente hablando— uno de sus niveles más bajos en cuanto a calidad se refiere. Esto fue así por diferentes razones, entre ellas porque, como ya dije, el grupo de teatro universitario era sumamente variable y los miembros entraban y salían según su voluntad o sus horarios, de modo que resultaba muy complicado ser consistentes y, por otro lado, porque la mayoría de los estudiantes, solo quería "salir en una obra de teatro" una vez en su vida y luego dedicarse a otra cosa. Nadie pensaba seriamente en ser actor ni director de teatro. Solo una persona: Itandehui.
Al terminar su carrera de comunicación, Itandehui se mudó a la Ciudad de México, como ella me lo dijo recientemente, "con la idea de formarme como actriz para ser directora". Fue a buscar a Margules al Foro de Teatro Contemporáneo, pero el maestro murió poco después, de modo que, por azares del destino, Itandehui se formó como directora y dramaturga con maestros de tradiciones distintas. También recibió influencia de las artes visuales a través de Pavel Urbieta, su pareja.
En 2006, ya de regreso en Oaxaca, Itandehui montó "La señorita Julia" de Strindberg, su primer trabajo con Teatro Blanco. Fue una puesta en escena bien hecha que respetaba casi en su totalidad el texto original y los convencionalismos del teatro moderno. Sin embargo, en 2008, Teatro Blanco presentó "Volver al corazón", un espectáculo singular formado a partir de cuadros inconexos que no contaban una historia, pero que resultaban de una rara belleza, con un toque de nostalgia. Según supe, el espectáculo tenía algo que ver con el "Ulises" de Joyce, pero dudo mucho que alguien hubiera podido establecer alguna relación entre ese texto y lo que vimos. En todo caso, es claro que no se trataba de escenificar el Ulises. Este espectáculo se presentó en el Teatro Álvaro Carrillo que en ese momento ya era un enorme elefante blanco que se estaba cayendo en pedazos, pero cuyo foro se convirtió en lugar de aprendizaje y experimentación gracias al apoyo desinteresado de Raúl Arellano Enríquez.
El nombre de Teatro Blanco, aunque definía bastante bien la voluntad de experimentación del grupo (el blanco contiene todos los colores, es decir, todas las posibilidades de la teatralidad) surgió, según Itandehui Méndez, más como una necesidad institucional que como una declaración de identidad o de principios. "Teatro Blanco —explica Itandehui— surge de manera más fortuita, yo tenía la intención de dirigir y para tener facilidades en espacios escénicos o institucionales requería una carta de presentación, es decir, un nombre."
Ahora, con motivo de la conclusión del ciclo de Teatro Blanco, la directora afirma, "No creo que nada dura para siempre y tratar de perpetuar eternamente las cosas me parece absurdo, me parece antinatural." Teatro Blanco inició ese ciclo hace ocho años con "La señorita Julia" y terminó recientemente en octubre de este año con "Escenarios híbridos". Ahora bien, el fin de Teatro Blanco, por supuesto, no implica el final del quehacer teatral de la directora, quien indica, "me parece sano finalizar procesos e iniciar otros" y agrega, "mudar de piel es una posibilidad también de madurar."
Algunos aportes de Teatro Blanco
Me parece que el Teatro Blanco siempre mantuvo una actitud abierta hacia el exterior, hacia las tendencias contemporáneas, nacionales o internacionales, más allá de nuestras murallas oaxaqueñas, y esta actitud resulta visible en sus ideas y propuestas.
De igual manera, el Teatro Blanco fue, en términos generales, un proyecto interdisciplinar. Desde sus primeras puestas en escena, Itandehui Méndez ha tratado de integrar artistas de otras áreas, principalmente artistas visuales y bailarines. Ahora bien, para mí, esta preferencia marcada y constante tiene un valor específico y es que convirtió a Itandehui en crítica del teatro local. El Teatro Blanco se volvió el "otro teatro", el "teatro diferente", un teatro hecho no solo por actores, sino también —y en ocasiones, principalmente— por pintores y por bailarines.
En este sentido, el Teatro Blanco contribuyó a refrescar el teatro local, en general poco ventilado y reticente al exterior. Si el grupo Teatro Blanco no introdujo en Oaxaca lo que se conoce como teatro posdramático, por lo menos fue uno de los primeros en crear espectáculos teatrales dejando a un lado sistemáticamente los textos dramáticos o modificándolos hasta donde fuera preciso sin detenerse demasiado a considerar la reputación o la importancia histórica de los dramaturgos.
Y finalmente, me parece que, debido a su marcado interés por la danza contemporánea, Itandehui Méndez incorporó al teatro oaxaqueño una metodología valiosa para la formación del actor muy cercana a la formación del bailarín. Al menos fue así en mi experiencia, durante el proceso de creación de "Todo menos Godot".
Después de Teatro Blanco
¿Qué podemos esperar de Itandehui Méndez después de Teatro Blanco? Mi respuesta sería "más teatro" porque a Itandehui lo que más le interesa es el teatro y además tiene confianza él. Es muy probable que su teatro no sea muy diferente del teatro que ha hecho hasta ahora, es decir, un teatro interdisciplinario y abierto, que involucra no solo actores sino bailarines y pintores. Me parece que el cierre de Teatro Blanco obedece más a una necesidad personal por indicar las etapas del camino recorrido que a un cambio radical en sus ideas. Me inclino a pensar que su teatro seguirá siendo un teatro abierto al exterior y a la experimentación constante, un teatro en sintonía con las tendencias internacionales que continuará oponiéndose a nuestro arraigado conservadurismo.
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