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Un teatro de riesgo: Tlacatécatl Cabrera cierra su ciclo oaxaqueño

  • Texto y fotografía Rafael Alfonso
  • 10 may 2014
  • 5 Min. de lectura

Uno

Una mujer oaxaqueña ha sido deliberadamente contagiada de sida cuando apenas era una adolescente, situación que aceptó para salir de la pobreza. Mientras cuenta su historia al fondo del foro se levanta un muro de mujeres que se miran, se tocan, se sostienen unas a otras en una composición sencilla y solidaria.

Dos

Varios hombres dejan caer arena sobre la cabeza de una mujer iraní, que está vestida de novia. Ella nos cuenta cómo se ha enamorado de otro hombre, siendo una mujer casada. Después sabemos que no es arena lo que ha caído sobre su cabeza. La mujer ha sido lapidada tras enfrentar un juicio por adulterio.

Tres

El guardia de la estación fronteriza descarga el golpe de un machete sobre una mujer africana que huye de la persecución que provoca su cuerpo albino. Las milicias supersticiosas codician, de ese cuerpo, diferentes órganos y extremidades para traficarlos como remedios y amuletos. La sangre salpica varias veces el telón. Algunas personas, se ponen de pie, tratan de escapar de sus butacas, pero es demasiado tarde.


Con esta puesta en escena se cierra la estancia de cuatro años de Tlacatécatl Cabrera como creador teatral en Oaxaca. Los parias de la modernidad, obra del autor español José Manuel Mora, tuvo una única función en el teatro Juárez de esta ciudad y para llevarla a cabo fue necesaria la participación de casi cien personas, entre actores, voluntarios y personal técnico. La obra habla de desesperanza- dice el director nacido en el Estado de México- aunque hay cierta contradicción porque hay tanta gente cooperando en ello que se tira el discurso de la obra. La misma obra permite que se tire el discurso, pues si hay 80 o 90 personas trabajando en ella, este discurso desesperanzador se rompe en esta acción solidaria de las personas. Me quedo con esta parte, con todo el apoyo de la comunidad que fue excelente.

Tras los aplausos finales, Tlacatécatl Cabrera, sale del proscenio, agradece la asistencia e invita a la exposición de Lora Grigorova, la fotógrafa y reportera que ejerció su oficio arriba del escenario, a la vista, como un personaje más. Su figura inequívocamente extranjera, rubia, empuñando la cámara, parece deambular con libertad por todo el espacio escénico. Desde esa posición privilegiada Grigorova captó varias instantáneas de estos tres mundos, representando el trabajo de aquellos que hacen posible que de inicio el circuito de la información: los reporteros. Las fotografías, que fueron impresas en el momento, conformaron la exposición. Ella expresa en el breve texto que acompaña su trabajo: La cámara fotográfica es mi única excusa para estar en aquellos lugares a los que no pertenezco, y el ser humano, siendo yo uno, es mi mayor interés. En torno a esta exposición, una persona del público manifestó Me parecen pocas fotos, yo me quedé con varias imágenes de la obra que no vi en la exposición.

En los mismos boletos se ha advertido al público que se cerrarán las puertas del teatro a las 19:07 hrs. Un horario que parece arbitrario y que sin embargo se cumple de manera puntual. El resultado: el Teatro Juárez casi lleno, y varias personas con su boleto que se quedaron afuera, cuando se dice que en Oaxaca la gente no quiere ir al teatro. ¡Pero sí quiere!, ¡cómo no!- expresa el director- Lo importante es cómo me encuentro con todas estas cosas. ¿Cómo me comunico contigo? Primero me tengo que encontrar contigo como persona. El teatro es muy similar, el punto es encontrarme con ese otro.

Tlacatécatl Cabrera, que iniciara su carrera como director escénico en Oaxaca, ha encontrado en esta ciudad las condiciones seguras para hacer un teatro de riesgo. Hay una tendencia a tratar temas sociales de una forma que en Oaxaca resulta poco convencional, un teatro minimalista y de cierta manera el circuito marginal, ahora, para despedirse de Oaxaca, vive la experiencia de la caja italiana y con teatro lleno. Yo nunca me había presentado en teatro y menos para un teatro lleno, yo siempre me había presentado en lugares pequeños, para 33 personas, era como quizás una obsesión que tenía…

La respuesta del público fue buena en general, aunque una buena parte de este no dejó de sentirse incómodo con la escena final: ―¿Era realmente necesario?― Se preguntan. Isabel González opina: ―Me pareció interesante y diferente, creo que es una buena experiencia para el teatro oaxaqueño. El elenco de la obra es un conglomerado heterogéneo. La joven Guliana Irasema protagoniza el segmento de la mujer iraní y junto a ella figuran algunos nombres que tras muchos años se han vuelto referentes del teatro oaxaqueño, como Liliana Alberto, Rosario Sampablo, Tavo Lastra, Saúl López Velarde y Ernesto Díez. Participan de manera especial los creadores teatrales Wagive Turcott, Wagive Jiménez, Ricardo Ramírez y Kurt Hackbarth, además de los cerca de 70 voluntarios, mujeres y hombres que tras breves indicaciones subieron al escenario para colaborar con la puesta en escena. La asistencia técnica corre a cargo de quien es reconocido como el mejor iluminador de Oaxaca, Jorge Castellanos Lemus. Esto habla de un director que, a pesar de la polémica que suele generar, tiene una gran capacidad de convocatoria, ya que puede contar con la colaboración de actrices y actores con perfiles muy diferentes. El resultado natural fue una muy buena asistencia del público. Tlacatécatl lo explica así: Además hay otro grupo que llegó esta vez al teatro. Turistas que encontraron en esta imagen de Lora- el muro de mujeres que aparece en toda la publicidad de la obra- algo tan bello que dijeron: "quiero entrar", la imagen es muy bella. En los lugares donde hubo acceso a los boletos se podía ver la imagen y esa imagen fue como un "ven al teatro".

Tlacatécatl Cabrera, visiblemente emocionado fuma afuera del teatro donde se ha preparado un convite con cervezas para los asistentes. Luce cansado, pero feliz, con su barba de candado y ojeras pronunciadas. Viste, como todos los días, con una sencilla, camiseta blanca de tirantes que le permite mostrar la definida musculatura de sus brazos. La camiseta como prenda, no deja de causar cierta polémica en los círculos de la moda ya que muchos piensan que debe reservarse su uso como ropa interior. Para el director teatral, esta camiseta se ha convertido prácticamente como un signo de identidad, incluso en las noches frías. Alguien de su equipo comenta: ―Si te ganarás el Oscar, seguro irías vestido con tu camiseta. ―¡Pero por supuesto!- responde divertido. El futuro inmediato de Tlacatécatl Cabrera está en Mérida, Yucatán, donde ensayará su peculiar creación teatral, esperando encontrar un público receptivo para el teatro social que suele hacer. Es un riesgo que debe asumir, pero un riesgo controlado. Ha gestionado ya un espacio, y ha generado una propuesta que ha sido seleccionada en el festival nacional de joven dramaturgia 2014. Los ecos de su trabajo en Oaxaca persistirán durante un buen tiempo, su contribución más importante ha sido abrir el panorama del teatro hacia zonas poco visitadas por los grupos oaxaqueños. Lo que pasa es que hay público acostumbrado a ver cierto tipo de obra ―dice el joven director― y yo lo creo así: las personas vemos lo que tenemos enfrente, casi nunca vemos todo el entorno. Cuando en verdad nos proponemos ver e ir más allá, vemos otras cosas, llegamos a otro lugar.

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